¡Qué tiempos tan tenebrosos los que nos están acechando, pero que de una forma u otra nos están haciendo despertar! Estamos nerviosos, estresados. La cosa viene un poco de lejos, quizás unos 10 o 15 años, pero ahora ha aparecido la pandemia y se ha puesto de manifiesto lo irreal de la vida que llevábamos. Estamos en medio de una crisis, paso previo a una nueva realidad. Es el tiempo que nos ha tocado vivir (‘nuestra época’), y la que estamos sufriendo.
Lo primero que hay que destacar es la salud mental de los humanos: hacemos agua por todas partes. Después viene el trabajo (quien lo tiene, tiene un tesoro), aunque luego veremos para qué sirve. Hay dos factores: El dinero obtenido nos sirve para vivir, pero también para otros deseos, aunque siempre queremos más. Nos damos cuenta de que nuestra sociedad se ha sumido en el consumismo, que es el sinónimo del progreso económico.
Empezando por lo más básico, aparece la calidad en la educación. Hasta este momento, sea cual sea la ideología que esté en el poder, nunca les ha interesado ‘una buena educación’ para la ciudadanía. Han preferido mantener al pueblo en la ignorancia, lejos del pensamiento crítico, porque de esa manera es más manejable y crea menos problemas. Pero es entonces cuando aparecen los listos de siempre que intentan aprovecharse de la situación: ‘Quien tenga dinero ya procurará una educación para los suyos’ o ‘un buen hospital para la salud’… Aparece el capital que siempre ha estado ahí y crea una atmósfera en connivencia con la clase política, para privatizarlo casi todo; pero solo en lo que es caro, y se necesita capital para crear bienes y disfrutarlos.
En esos momentos es cuando aparece lo privado: hospitales, colegios, Universidades, residencias de ancianos, el ocio, fábricas de vehículos, bancos para financiar cualquier cosa… muchas veces construidos con capital público y que se lo ceden a manos privadas para que ‘lo gestionen’… para que se lleven los beneficios los amiguetes a cambio de dinero o favores.
El mundo está construido de una manera que es de y para esta clase. El ciudadano ve las bonanzas de esta sociedad, y cree que también puede alcanzarlas; y no sabe que con su nómina, si la tiene, le darán alguna cosa, pero siempre muy lejos de lo que pueden haber alcanzado otros, sin saber que todo ha sido un sueño y que nunca van a tener los ingresos de los ricos, sus coches, sus yates, sus residencias…
Aunque los impuestos pueden ser un buen instrumento para redistribuir la riqueza, no es menos cierto que las clases más pudientes no quieren colaborar en ello porque saben lo que se hace con ellos: son mercancía (poder) para influir en la sociedad a través de la corrupción, siempre buscando el beneficio propio.
Si con este sueño nos tienen entretenidos a la inmensa mayoría de los ciudadanos occidentales, imagínate el potaje mental de la gente del sur, que además de estar viviendo en sociedades convulsas, en países esquilmados desde el norte, y que ahora, son ‘sus espabilados’ los que toman el poder para su propio beneficio. Pues esta gente es la que dejándolo todo atrás, migran hacia el norte a la espera de una nueva vida, sin saber que es un sueño; solo quizás podrán saber, que cuando más al norte vayan, más calidad de vida podrán encontrar. Es esta gente la que quedándose aquí como temporeros, sin papeles, y en la puta miseria, lejos de sus familias, su cultura, su tierra, y explotados por los empresarios sin conciencia que lo único que buscan es su propio beneficio, van hacia otro tipo de vida que les va a explotar y estigmatizar por su raza.
En todo este panorama nos vemos, cuando hace tan solo un año nos sobrevino la crisis sanitaria, social y económica del virus, que acabó abriéndonos los ojos; y en el que aparece nuestro egoísmo sin ninguna pizca de solidaridad. Puede que ahora nos demos cuenta de que quizás nuestro egoísmo no nos va a servir de nada y que habrá que poner algo de altruismo hacia los demás para poder vivir. El problema es que la realidad va a ser tan nueva, que muy pocos saben lo que hay que hacer.
Siempre he sido muy observador; me cuesta tiempo comprender, llegar a conclusiones, pero a veces lo hago.
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Joan-Llorenç sincristal@hotmail.com