El asombroso Universo I

El artículo tiene una extensión de un folio, pero si no tienes ganas de leer al final de la página lo tienes en vídeo.

Hogueras de San Juan

La noche se nos presentaba feliz. Era a comienzos del verano. La ilusión rebosaba hacia fuera desde dentro de nosotros. Un grupo de adolescentes nos dirigíamos a la playa. Era el día del patrón de mi pueblo. Nos habíamos pertrechado de todo para cenar al aire libre. Al llegar nos aposentamos muy cerca del mar, en la arena. Mientras unos se encargaban de recoger leña, otros se disponían a preparar la cena. No muy lejos también habían otras hogueras y más jóvenes. Las farolas quedaban algo lejos y se veía la luz de las fogatas como puntos esparcidos hacia más allá, a lo lejos; apenas se nos veían las caras pero todo el mundo estaba contento. Por un momento levanté la mirada y quedé fascinado de lo que veía. Eran las estrellas, era la Vía Láctea. Allá lejos se oía una orquesta, pero yo había quedado atrapado en aquella mirada al Universo. Fue maravilloso y quedé extasiado al admirarlo.

Por un momento giré la mirada hacia una carcasa de fuegos artificiales que se elevaba en el cielo nocturno, iluminándolo. Había explotado desde el centro y vi cómo en forma esférica se alejaban las luces de colores hacia los extremos lejanos. Por un momento pensé en el Big Bang, pero luego la gravedad atrajo contra tierra cualquier cosa que hubiera salido hacia la atmósfera cayendo al suelo.

No lo acabo de saber cierto (aunque nadie lo sabe), pero es quizás cómo yo lo imagino. Mi fascinada mirada había sido cautivada. Y comencé a reflexionar. Miraba la galaxia, pero era como otra cualquiera. Me habían dicho que en ella había miles de millones de estrellas y otra barbaridad de planetas, y en el centro un Agujero Negro. También me habían dicho que había miles de millones de galaxias. Me dio que pensar en lo insignificante de nuestro planeta y vi lo pequeño que era, lo minúsculos que éramos los que estábamos alrededor de la hoguera. Y reflexioné… Y continué.

Al explosionar surgió la energía, quizás había sido cómo la carcasa de los fuegos artificiales. La temperatura era inconmensurable, fuera de cualquier tipo de imaginación. Al comenzar esa inmensa energía, apareció el espacio y por lo tanto el tiempo. Pero llegó un momento en que poco a poco, ya lejos de su génesis, la energía comenzó a enfriarse. A más cerca de la explosión más caliente, a más lejos más frío. Se estaba creando el espacio tal y como va avanzando. Conseguida cierta distancia, la energía se fue enfriando y condensando… y comenzaron a aparecer los cimientos del nuevo universo.

Vía Láctea desde la Tierra

Al enfriarse se manifestaron pequeñísimas cuerdas que vibraban, aún eran energía pero era la base que luego se convertiría en materia. Después aparecieron partículas, gas, polvo, y por fin hizo acto de presencia el Hidrógeno (el gas primordial). La gravedad creó enormes estrellas que fueron generando nuevos elementos químicos; primero los gases, luego los elementos pesados. Llegó un momento en que la estrella explotó y esparció por el espacio todo ‘su polvo’. Apareció la radiación cósmica de fondo de microondas. Los fenómenos cósmicos empujaban cada cual en un sentido. No era homogéneo, no apareció la sincronicidad en él, no hubo coincidencias significativas. La entropía vagaba a sus anchas (el desorden del Sistema). La estructura aleatoria del Universo tendió con el tiempo a la homogeneidad. Hubble descubrió la expansión al observar la separación entre galaxias. Y en el estudio de todas estas cosas están enfrascados los científicos de hoy en día. Ha habido varios telescopios espaciales que les están ayudando a comprender. También tenemos las máquinas para ver e informar, y a los científicos para observar y decidir. Pero cuanto más ven, más preguntas se hacen.

Enlace a la segunda parte: El asombroso Universo II

Hasta la próxima reflexión.

Subtítulos en español e inglés

Joan-Llorenç sincristal@hotmail.com

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